FISGONEO CULTURAL
Por Hiram Alvarado Domínguez
Al crear el hombre el jardín, de
hecho separa lo bello de lo útil, en
el tránsito del grano a la rosa hay
el mismo salto que de la marcha a
la danza y de la representación
imaginada al dibujo que la plasma
José Vasconcelos, poema en la placa de metal dentro del Espacio Escultórico
El 23 de abril de 1979 se celebraba dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en medio de aplausos y con orgullo auriazul el cincuenta aniversario de la autonomía universitaria otorgada en la presidencia de Emilio Portes Gil.
¡Qué mejor manera de celebrar bajo el sello de la casa: el arte!
La UNAM siempre se ha caracterizado por fomentar las artes y las humanidades, y para celebrar el medio siglo de su valiente autonomía debía forzosamente estar acompañada de un grupo de escultores universitarios consolidados: Federico Silva, Manuel Felguérez, Helen Escobedo, Hersúa, Sebastián, Mathias Goeritz y Roberto Acuña, para reafirmar su legado.
Para conmemorar apropiadamente la autonomía se trajo a este grupo de intelectuales para darle vida al Espacio Escultórico, un proyecto ambicioso que llenaría de elogios a la universidad y que por sí solo sería una gran innovación artística además de ser pionero del land art.
El arte cumple una función social, y esta propuesta escultórica la lleva a cabo desde que pretende inyectar en la sociedad un cambio de actitud en la convivencia con el objeto de arte. El arte es revolucionario, sobre todo en la época de la concepción de este proyecto escultórico era necesario imprimirle fuerzas al proyecto humanístico de la nueva universidad, desde todos los ángulos de visión posibles, entre ellas las artes. Pero, ¿qué es el arte que tiene tanto poder de transformación en su entorno?
(Fregoso, 2016)
Esta es una buena pregunta que se formula Sofía Fregoso Lomas, porque ¿cómo una escultura en una universidad pública pueda generar una especie de cambio? El Espacio Escultórico único en su especie ofrece un aislamiento en principio de la urbe, vive a un tiempo diferente al de la metrópoli, te conmueve su silencio y su terquedad muda revuelve tus sentidos.
La construcción
El lugar en principio no es al azar, como está dentro de la UNAM está en medio del océano de lava volcánica conocido popularmente como el Pedregal de San Ángel, que tiene su origen prehispánico a la erupción del volcán Xitle.
El Espacio Escultórico tiene una superficie de terreno libre de toda vegetación y encerrado por una plataforma circular abrumadora hecha en dos niveles, uno horizontal por así decirlo que es el perfecto círculo terrenal y el vertical que son una serie de pirámides colocadas sobre la base horizontal.
Sesenta y cuatro pirámides, donde destacan cuatro más grandes que son un reflejo geográfico de los cuatro puntos cardinales, cada pirámide de base rectangular de 9x3 metros y una altura de 4 metros, cada una hace tanto la cruz como el conjunto de sesenta y cuatro logran una perfecta armonía de espacio en la perfecta circunferencia.
Con esta idea, los números no juegan en vano y menos el lugar, simbólicamente este land art que aparece no sólo con la mano del hombre sino es una conjunción con la naturaleza, representa un macro y un micro cosmos en sí mismo.
Merry Macmasters, periodista de La Jornada, señaló esta metáfora sobre el Espacio Escultórico, “La monumental escultura tiene la capacidad como el arte en general de ser metáfora, sintetiza al mundo en concreto y más grande aún, al universo, que fuera de él existen objetos, cosas que son heterogéneas a él y dentro de él también existen, que paradójicamente y potencialmente pueden ser homogéneas”.
La ruptura estética
Ocho conejo, corona del Pedregal, coalt, Tlaloc, colotl, variante de la llave de Kepler y Ave dos avisan que estás por entrar en un sitio atípico, anuncios propios de la Reserva alertan de la flora y fauna y uno que otro de “Universitario ayúdanos a conservar este patrimonio natural”.
Sin embargo, la magia se ha ido parcialmente del monumento conmemorativo a los cincuenta años de autonomía.
Ya que en 2016, el proyecto impulsado por el ex rector de la Universidad José Ramón Narro Robles en compañía del director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), Fernando Rafael Castañeda Sabido, de crear un nuevo edificio en dicha facultad para el albergue de más estudiantes de licenciatura y principalmente de posgrado fue concluido en dicho año en medio de la polémica.
El campus Ciudad Universitaria (CU) de la UNAM declarado como parte del Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencias y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) tiene un compromiso moral en la protección y conservación de sus distintas manifestaciones culturales por lo que el aberrante “descuido” de sobrepasar por cuatro pisos los estipulados por la UNESCO y la Reserva del Pedregal trajo un mar de polémica.
Claro que esto produjo malestar por parte de arquitectos, artistas, académicos y estudiantes, porque si algo caracteriza al land art y en particular al Espacio Escultórico es su armonía con el horizonte, porque el paisaje forma parte de la obra artística y lo que le brinda la mitad de su estética, no es simplemente la construcción a cargo de la mano del hombre, también de la naturaleza.
El Dr. José Narro Robles nunca expresó opinión clara sobre su accionar, tuvo en ese momento la cabeza centrada en salir de la rectoría de la máxima casa de estudios e incorporarse al gabinete presidencial en el sector salud.
Sin tener complicaciones jurídicas porque en ningún decreto establece que no se puedan levantar edificios con más de cuatro pisos, el compromiso de la UNAM por defender y fomentar el arte y las humanidades quedó manchada por no respetar su propio patrimonio.
Si bien se puede evitar ver al Edificio H estando en el circular monumento, no se puede evitar mencionar que lienzo en el que está pintado el Espacio Escultórico, bordeado por una enamoradiza naturaleza, un amigable cielo y abrazadoras constelaciones tiene un trazo brusco de pincel que rompe con la estética y la armonía, reflejando la situación del país: el cinismo irrespetuoso a la cultura artística mexicana.
México necesita lugares como este, en un país donde la violencia se vive día con día, donde la sangre llena las tuberías, debería encontrarse un ente extraño que viviera bajo sus propias reglas, ignorando toda la problemática exterior, y trajera para él y para todos un segundo relativo de paz. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), México es el segundo país con más asesinato después de Siria lo cual es bastante grave teniendo en cuenta que el país oriental está en una guerra actualmente.
Edificio H
Un edificio blanco perla, con una gran placa que cubre un cuarto de la fachada principal repitiendo las letras C, P y S, con ocho plantas, y unas instalaciones con proyectores nuevos, aire condicionado, elevador, baños limpios, digno de la universidad que muchos aclaman como la “mejor universidad de Latinoamérica”, y no es para menos, según las “cuentas” que dejó el ahora secretario de salud José Narro la construcción costó 60 millones de pesos.
El edificio no tiene culpa de nada, es ajeno esto, se impuso una construcción como pasa normalmente en la política mexicana se imponen tratados, consorcios, reformas, candidatos, entre muchas cosas más, el edificio sólo es un reflejo del país.
Sin embargo, toda la comunidad universitaria somos partícipes de esto como en general de las decisiones tomadas por las llamadas “élites políticas”, porque sabíamos de la construcción, y nos faltó ojo y cabeza para inferir que violentaba el patrimonio de nuestra universidad, nos dimos cuenta ya cuando el daño estaba hecho, ya cuando el soneto que publicamos no cumplía con la métrica correspondiente.
El “H” es un ente aislado de la FCPyS , por sus servicios, por su altura, por su fachada, es como un político, sabes que está ahí pero no lo conoces, es ajeno y no te representa plenamente, se da un “baño de pueblo” cuando argumenta que está al servicio de la comunidad y está para albergar a estudiantes y adoctrinarlos mediante la academia.
Walter Benjamin en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica habla sobre el aura en las obras de arte, y que este se va degradando y va perdiendo su esencia entre más se reproduzca y tiene toda la razón, adaptándolo en este caso el “H” vino a perturbar esa aura única del monumento y la rompió de tal manera que ya es poco visible, sólo los románticos y los dogmáticos se forzan a verla.
La destrucción
Bajo este modelo neoliberal implementado en México bajo el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado y acelerado con Carlos Salinas de Gortari se privilegia las lógicas de proceso, la promesa de felicidad inherente al consumo, la dominación de la naturaleza y de la sociedad a través de la razón técnica.
Es por ello que esta destrucción lenta del Espacio Escultórico representa un problema más a la extinción del planeta y de la humanidad.
No basta con la deforestación, las enormes inversiones a la infraestructura despojando a las personas e incluso animales de sus hogares en pro de nuevas carreteras, de gasoductos, fábricas, etcétera. Las lógicas del progreso están detrás de este tipo de destrucción y de la normalización de la devastación.
Si para la élite cultivada y globalizada, productora de arte y cultura, el edificio “H” destruye el aspecto sagrado, la pureza de la contemplación del paisaje que brinda la escultura, es fácil imaginar la lógica detrás la construcción del edificio: el pragmatismo detrás de explotar y hacer eficientes y útiles los recursos espaciales de la universidad, en este caso dar cabida a más estudiantes, crear nuevos posgrados.
Según Irmgard Emmelhainz:
En cierto sentido, la desfiguración del Espacio escultórico es como una metáfora de la destrucción de las humanidades en la academia en universidades alrededor del mundo: los departamentos de humanidades están siendo o desmantelados, incorporados a otros departamentos o se les está cortando el presupuesto, bajo la lógica de que dicha disciplina no tiene una vocación productiva, ya que las habilidades críticas que inculcan en realidad no son inútiles. Desde el punto de vista tecnocrático, el Espacio escultórico es un desperdicio. (2016)
La producción en este modelo socio-económico es fundamental, ya que basa su esquema en ello, entonces cuando existe gente que genera arte, estudia filosofía o hasta ciencias sociales no encuentra cabida en este mundo de producción, porque es inservible, no está amoldado a los cánones establecidos por el sistema.
Jonás Derbéz Campos, estudiante de cinematografía en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) colaborador del video de la campaña Fondeadora en pro del Espacio Escultórico, señala que con la inauguración del Edificio “H” a principios del semestre escolar pasado dejó incompleto al Espacio Escultórico, se robó parte de la esencia y echó a perder el land art, complementa “la academia de la UNAM que se jacta de libre cátedra y pensamiento crítico, a favor del arte, no vio y no pudo evitar echar a perder la obra artística, la minimizó y no se dio cuenta ni si quiera de ello, convirtió en rigidez lo que era sensible y el land art se consumió por la urbanización.”
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) permitió arruinar 37 años después uno de sus festejos de cincuenta años de autonomía en 1979 por un edificio de posgrado en la FCPyS, y si, el Espacio perdió mucho aunque suene exagerado, porque este tipo de manifestaciones artísticas trabaja directamente con el horizonte y ahora tiene una mancha blanca.
Manuel Felguérez, uno de los escultores, en el video que acompaña la carta de change.org dice “O se baja la altura del edificio o se baja la altura de la UNAM”
El "H" no oye, pero bien que destruye
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